Les presentamos un fragmento del libro Didáctica de la música de Pilar Pascual Mejía, para continuar recordando la importancia de la Educación Musical en la temprana edad, acá se abordan aspectos generales de la incidencia en la música en los primeros años de vida, su impacto en el desarrollo de la inteligencia y de la formación integral, así como su contribución al desarrollo psicomotor, lingüístico, cognitivo y emocional.

La música en las primeras etapas de la vida

El sonido y la música son innatos al hombre y se presentan en los primeros meses de vida, por lo que la educación musical debe iniciarse en edades tempranas. Desde los comienzos de la pedagogía moderna, son muchos los pedagogos y psicólogos que insisten en la importancia de la música y en su inclusión en la educación lo más pronto posible: tal es el caso de Froebel, Decroly, María Montessori o las hermanas Agazzi.

En la actualidad sabemos que el feto oye, reacciona al sonido y aprende de él, también se sabe que el oído es el primer órgano sensorial que se desarrolla dentro del útero. El sistema auditivo empieza a funcionar de tres a cuatro meses antes del nacimiento; entre las semanas 28 y 30 de la gestación, el feto comienza a reaccionar a los sonidos exteriores mediante cambios en el ritmo cardiaco y el comportamiento. Se han realizado estudios que demuestran que determinados sonidos pueden afectar a la estructura y al funcionamiento del sistema auditivo del feto, que los niños se familiarizan con sonidos concretos antes del nacimiento e incluso que desarrollan una preferencia por sonidos antes del puerperio. Por tanto, el feto humano es capaz de aprender en un grado que puede influir en su comportamiento después de nacer.

Según Campbell (2000: 44), el oído tiene un enorme efecto en el desarrollo físico del cuerpo, influye en el equilibrio y la flexibilidad del movimiento. Considera que los niños deben escuchar música incluso antes de su nacimiento. En la misma línea, se cuenta una anécdota de Zoltan Kodály, el gran pedagogo húngaro, que en una conferencia, organizada por la UNESCO sobre educación musical, respondió a la pregunta de cuándo conviene comenzar el estudio de la música: « [ueve meses antes del nacimiento». Más tarde, aseguró en otra entrevista que había cambiado de opinión y que ahora respondería: «Nueve meses antes del nacimiento de la madre».

En el mundo sonoro en que vivimos, la música está presente en la vida del bebé desde el comienzo y la educación musical puede iniciarse en el seno materno si la madre canta o escucha música. Hasta hace pocos años era habitual que padres, abuelos y cuidadores cantasen al bebé en los ratos de juego, mientras los alimentaban, les cambiaban los pañales, los bailaban o cuando los llevaban en el coche; eran, generalmente, canciones de juego, populares o nanas. Como advierten Santiago y Miras (2000), esta práctica está cada vez más en desuso, debido entre otros motivos al escaso tiempo que los bebés permanecen con las madres, por las demandas laborales, y al creciente anticipo de la edad de entrada en la guardería.

En nuestra opinión, los primeros estímulos musicales deben recibirse en la casa a través de canciones populares, de cuna, retahílas, juegos rítmicos o audiciones; ha de intentarse que el entorno familiar sea el primer educador. Después, el centro de Educación Infantil será el encargado de continuar y aumentar sus experiencias sonoras.

¿Qué aporta la música a los bebés y a los niños del primer ciclo de Educación Infantil? En opinión de Campbell «las cualidades rítmicas de las canciones de cuna e infantiles y de los juegos sencillos inyectan el sentido del tiempo en los músculos y mente del bebé, un ritmo subyacente que lleva a mayor coordinación, equilibrio, percepción corporal, fuerza, agilidad física y, por último, el sentido de la previsión y la capacidad de planear de antemano» (2000: 94). Respecto a la contribución al desarrollo físico y psicomotor, el mismo autor considera que «hacerle escuchar música sin letra favorecerá su musicalidad en el desarrollo, mientras que cantarle canciones sienta los cimientos de la capacidad lingüística, y más adelante, la de leer, hablar y expresarse» (2000: 85).

Contribución de la música al desarrollo de la inteligencia

Diversas investigaciones llevadas a cabo no sólo en los campos educativos, sino también en la biología y la fisiología (Despins, 1989), señalan la necesidad de integrar la educación musical como parte de la formación integral del individuo, dada su excelente contribución a la educación intelectual, corporal y emocional. Calvo y Bernal (1996) indican que la música ha servido al hombre desde el comienzo de su historia para expresarse y comunicarse. Es un lenguaje universal lleno de expresividad, por lo que, además, para el niño pequeño supone una fuente de energía, actividad y movimiento. Para estas autoras, la música no es sólo para aquellos que tienen dotes especiales o unas condiciones económicas superiores, sino que tiene un lugar importante en la educación general por su alto valor educativo. Consideran que los componentes de la música no sólo enriquecen reconfortan y alegran tanto al oyente como al compositor, sino que desarrollan las principales facultades humanas, como la voluntad, la sensibilidad, la imaginación creadora y la inteligencia. Por otro lado, la educación musical aumenta el nivel académico de los alumnos. Cuando en los primeros años se recibe una formación rítmica correcta, los niños plantean menos problemas en el aprendizaje de la lecto-escritura.

El lugar de la música en la educación especial es cada vez mayor y cada vez se acude más a técnicas de musicoterapia para corregir problemas como el retraso del desarrollo motor, la mala tonicidad muscular, la hiperactividad y los trastornos en los procesos sensoriales. Se han observado grandes mejorías en el caso de niños autistas, gracias a los beneficios de la música, la entonación y el ritmo.

Efectivamente, las actividades musicales continuadas en grupo que incluyen el canto favorecen el desarrollo motor, la capacidad lingüística, el pensamiento conceptual abstracto, las habilidades sociales y la creatividad de los niños.

Contribución al desarrollo psicomotor

En relación con el desarrollo psicomotor, la música trabaja específicamente el conocimiento de las posibilidades sonoras y de movimiento del propio cuerpo, su orientación respecto a los demás, a un espacio o a un tiempo. La relación entre música y educación psicomotriz es muy estrecha y tiene numerosos puntos de conexión, de manera que la educación musical no puede desarrollarse sin el cuerpo y el movimiento, y la educación psicomotriz necesita de la música, la voz y los instrumentos musicales. Una correcta educación psicomotriz en los primeros niveles de la enseñanza prepara al niño para los futuros aprendizajes de la etapa escolar. El juego y el movimiento natural contribuyen a forjar rutas neuronales para el desarrollo cognitivo, la adquisición del lenguaje, la resolución de problemas, las actividades de pensar, planear y recordar, y la creatividad. Es decir, lo que llamamos personalidad integradora o bien asentada (la persona a la que le es fácil prestar atención y concentrarse, concebir un plan y llevarlo a cabo, e idear nuevas formas de pensar y de actuar o de moverse) sólo puede desarrollarse en un niño que se lleva bien con su cuerpo. En este sentido, el movimiento desarrolla el cerebro.

Santiago y Miras (2000) indican que en los últimos años han aumentado los problemas de psicomotricidad, lo cual puede estar muy relacionado con la pérdida del juego tradicional en los patios y en las calles, y que los niños que plantean retrasos psicomotrices suelen presentar además deficiencias en el aprendizaje, incluso en las escuelas infantiles.

Contribución al desarrollo lingüístico

Respecto a la capacidad lingüística, es indudable que una adecuada estimulación musical favorece el desarrollo del lenguaje comprensivo y expresivo; puede aumentar el número de conexiones neuronales en el cerebro, estimulando por lo tanto sus habilidades verbales. A través del lenguaje los niños organizan el pensamiento expresan ideas, sentimientos y reciben los de los demás. El lenguaje es un elemento indispensable para la expresión e integración, y la escuela debe fomentar las oportunidades de comunicación. La música contribuye a que el lenguaje se desarrolle de forma más rica y compleja. Específicamente, las canciones ayudan enormemente al desarrollo del lenguaje (aumento de vocabulario, expresión, entonación, articulación y vocalización…) y, por otro lado, son una excelente herramienta en la fijación de conceptos.

En generaciones anteriores, era una práctica educativa habitual la entonación de cantinelas sencillas para memorizar, por ejemplo, la tabla de multiplicar. Campbell indica que se ha comprobado que, tanto en bebés como en adultos, la música o el ritmo contribuyen a solidificar en la memoria todo tipo de conceptos incluidas las palabras. n estudio demostró que los bebés de tres meses recordaban mejor la forma de manipular móviles/ cuando escuchaban la misma música que oyeron durante su proceso de aprendizaje. Es muy positivo introducir música en todos los aspectos de la vida del niño, tanto en el ámbito familiar como en el escolar, con canciones conocidas, incluso inventadas por ellos, mediante las cuales verbalicen conceptos diversos (números, partes de cuerpo, etc.) y describan actividades cotidianas relacionadas con el paso del tiempo (inicio y final de actividades, entradas y salidas al patio, la hora de comer, de merendar, etc.) y/o de su autonomía personal (higiene, salud).

Contribución al desarrollo cognitivo

En relación con el desarrollo cognitivo, Calvo y Bernal (2000) señalan que la inteligencia general y la inteligencia musical se desarrollan a medida que el individuo interactúa con la música, vincula las acciones a su marco conceptual y las incorpora dentro de un marco simbólico; es, por tanto, importante que las experiencias musicales de la primera infancia aprovechen el desarrollo natural del niño. Por ejemplo, la educación musical desarrolla la imitación y la improvisación a partir de las percepciones previas; y la imitación desarrolla un importante papel para la adquisición de símbolos durante el periodo final de la etapa sensorio-motriz y la preoperativa.

Por otro lado, la educación musical valora el silencio y rechaza el exceso de ruido. El silencio y la concentración interior son imprescindibles para la adquisición de las habilidades cognitivas. Existen estudios que corroboran que los niños criados en casas excesivamente ruidosas tardan más en desarrollar habilidades cognitivas que los criados en casas silenciosas.

Contribución al desarrollo emocional

Las actividades escolares pueden enseñar al alumno buenos hábitos de estudio, ayudarle en sus esfuerzos por leer y comprender los conceptos matemáticos y a memorizar con facilidad. Pero la inteligencia no se mide solamente por la capacidad para leer, escribir, memorizar y trabajar con cifras. Igualmente importante es nuestro éxito en trabajar en comunidad, en recordar visualmente y auditivamente, en movemos y relacionarnos con soltura y sensibilidad, en expresar emociones y aliviar el estrés, en escuchar nuestra «voz interior» y confiar en ella.

Todas estas capacidades se mejoran escuchando y haciendo música; porque la música es capaz de sacar emociones y los niños son tan capaces como los adultos, si no más, de comprender el sentido emocional de la música. En relación con la socialización, la educación musical cumple una función importante, ya que nada integra tanto a los niños como la música. Durante el periodo del segundo ciclo de la Educación Infantil, se produce el paso del juego solitario al juego paralelo, y de éste al juego con los otros. La música enseñará las habilidades sociales de hacer turnos, escuchar y comunicar. La primera habilidad que hemos de dominar para relacionamos bien con otras personas es, evidentemente, la de escuchar bien, poner oído, atención, hacer el esfuerzo consciente de conectar con el otro. La intensidad, como parámetro del sonido, es un aspecto de la comunicación verbal que debe ser tratado de modo preferente; ya que, por exceso o por defecto, puede dificultar las relaciones sociales de los niños que aún no han aprendido a escuchar verdaderamente.

En un aula, puede observarse frecuentemente cómo los niños tienden a evitar al niño que siempre grita y tampoco hacen caso al niño que habla tan suave que nadie logra oído. Por otra parte, respecto al desarrollo de la creatividad y la originalidad, la música ofrece al niño múltiples posibilidades de desarrollo del pensamiento convergente y divergente y es un instrumento de expresión no sólo sonoro, sino también verbal, corporal y emocional. La personalidad del alumno de educación infantil se desarrolla extraordinariamente con las actividades creativo-musicales, al poder dar rienda suelta a su imaginación (Bermell, 2000).

En conclusión, diversas investigaciones avalan que las clases de música impartidas desde la edad infantil desarrollan las capacidades de los escolares y que la enseñanza de la música, entre otros aspectos, ayuda al perfeccionamiento auditivo, contribuye al desarrollo psicomotor, mejora el desarrollo de la memoria, favorece la capacidad de expresión, fomenta el desarrollo del análisis del juicio crítico e integra el saber cultural y el gusto estético.

Sin embargo, tenemos que señalar aquí que estos efectos positivos no se producirán, en igual medida, mediante un adiestramiento instrumental o solfístico, sino que nos estamos refiriendo a una educación musical integral, basada en principios pedagógicos y en una metodología acordes con el desarrollo psicológico y social. Por lo tanto, la educación musical en Infantil debe tener como finalidad la formación integral de todas las facultades del hombre (psicológicas, sociológicas, psicomotoras e intelectuales), no sólo las musicales; debe, además, estar destinada a todos los niños y desarrollarse en un ambiente de libertad, espontaneidad y creatividad, en el que no importen los resultados, sino el proceso de creación y la participación. Dado el carácter global de la educación infantil, la música deberá relacionarse con otras áreas artísticas, del currículo y con el desarrollo general (motricidad, sensorialidad, afectividad).

La metodología será progresiva, secuenciará los contenidos y se basará en el principio de actividad, entendida ésta corno experimentación y participación; será lúdica para fomentar la exploración, la experimentación, así corno otros importantes aspectos corno el respeto a los turnos, el juego simbólico y el aprendizaje cooperativo. Por último, no hay que desdeñar el protagonismo de las familias en esta etapa educativa. En este sentido, es importante la colaboración entre la escuela y los padres, ya que sin ellos nuestro trabajo sería en vano.

Fragmento del libro Didáctica de la música de Pilar Pascual Mejía

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
Privacidad