Presentamos un nuevo fragmento del libro Didáctica de la música de Pilar Pascual Mejía para continuar recordando la importancia de la Educación Musical en la temprana edad, acá se abordan aspectos generales sobre la Inteligencia musical y su relación con las inteligencias múltiples propuestas por Howard Gardner.

¿Existe la inteligencia musical? El rechazo a la medida de la inteligencia mediante el cociente intelectual, corno propugna Goleman, autor de diversas obras de divulgación de la inteligencia emocional, ya había sido señalado por Gardner en su obra Las inteligencias múltiples. Este autor descarta los tests de inteligencia corno un factor único e inalterable y da una visión más plural de la inteligencia de un niño, así corno de la capacidad y del potencial de éxito, que la que nos ofrece el Coeficiente Intelectual.

Afirma que no sólo no existe un único y monolítico tipo de inteligencia que resulte esencial para el éxito en la vida, sino que en realidad existe un amplio abanico de no menos de siete variedades distintas de inteligencia. Gardner (1995) enumera otros tipos inteligencia: la académica (verbal y numérica); la espacial, propia de los arquitectos o de los artistas en general; la corporal o talento kinestésico, manifiesto en la fluidez y la gracia corporal de los bailarines; la inteligencia musical, y dos más a las que coloca bajo el epígrafe de inteligencias personales: la inteligencia interpersonal y la inteligencia intrapsíquica o la satisfacción interna que experimentamos cada uno de nosotros cuando nuestra vida se halla en armonía con nuestros sentimientos.

Si bien habla de las siete inteligencias, Gardner reconoce que no existe un número mágico que pueda dar respuesta a la diversidad de inteligencias del ser humano. Por ello Gardner y sus colegas ampliaron esta lista inicial hasta llegar a incluir veinte clases diferentes de inteligencia. La inteligencia interpersonal, por ejemplo, fue subdividida en cuatro habilidades diferentes, el liderazgo, la aptitud para establecer relaciones y mantener las amistades, la capacidad de solucionar conflictos y la habilidad del análisis social. También incluye la inteligencia moral (Gardner, 2001).

Son muchas las aportaciones de Gardner al estudio de la inteligencia musical. Realizó un trabajo pionero de investigación, recogido por Hardgreaves (1988), en el cual la sensibilidad estilística musical se definió como la habilidad para juzgar si dos fragmentos musicales provienen de una misma composición.

Para el desarrollo de la inteligencia musical, Gardner aprecia especialmente el método Suzuky como prototipo del desarrollo de la inteligencia musical. En el capítulo n.” 6 se describe la aportación de las grandes metodologías del siglo xx a la educación musical en educación infantil; aquí definiremos en qué se diferencia este método de otros de la pedagogía musical. Según Hardgreaves:

«el método Suzuky ha recibido una cantidad considerable de publicidad en los años recientes, es más limitado en su alcance y objetivos que los de Orff y Kódaly, ya que le interesan principalmente las destrezas de ejecución y tendió a centrarse en el violín. El movimiento de la educación talentosa de Suzuky comenzó en 1945 y consistió en enseñar a muchos niños japoneses preescolares a tocar en violines en miniatura a escala reducida. Suzuky expresa la creencia fundamental de que el talento musical puede ser fomentado en cada niño trazando una analogía con el aprendizaje del lenguaje natural. Así como los niños aprenden su lengua materna muy hábil y rápidamente a una edad temprana, de la misma manera Suzuky considera que el aprendizaje de las destrezas instrumentales debe también comenzar en los primeros años de la vida» (Hardgreaves, 1988: 243).

Sin embargo, este método no es el único ni el que mejor desarrolla la inteligencia musical. Aronoff también realiza un estudio y aporta propuestas concretas sobre cómo estimular los distintos tipos de inteligencia de Gardner mediante la música. Relaciona muy bien la educación musical y las distintas inteligencias y señala que con el aprendizaje musical, además de desarrollar la inteligencia musical, se contribuye a la corporal-kinestésica, por la relación entre la música y el movimiento; a la intrapersonal, porque las actividades musicales integran el aspecto afectivo y la capacidad de mirar adentro de uno mismo; a la interpersonal, ya que las actividades que focalizan en cooperación y la toma de conciencia de los demás tienen un efecto positivo sobre el desarrollo de la inteligencia interpersonal y, al mismo tiempo, contribuyen al progreso musical de la inteligencia espacial, pues la música se desarrolla en unas coordenadas espacio-temporales;

a la inteligencia lingüística a través de la sensibilidad hacia los sonidos, ritmos inflexiones, métrica de las palabras, y a la inteligencia lógico-matemática, mediante el aprendizaje de la fuerza, los valores, los acentos, los tiempos, etc. (Aronoff, 1993: 32-33).

En el mismo sentido, Goodkin afirma que la educación musical hace que nuestros alumnos sean más inteligentes y sostiene que cuando la música forma parte de nuestra vida «nuestro cerebro y nuestro cuerpo crecen de forma diferente […] a través de la música se pueden despertar talentos en los niños que de otra manera es difícil que florezcan» (Goodkin, 1999: 58).

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