La música posee una doble vertiente. La vertiente artística, que se manifiesta a través de la interpretación, y la vertiente lúdica, que se aproxima a lo que solemos entender por un juego. Los juegos de música y sonido de este libro se incluyen en la segunda, esto es, se refieren al aspecto más lúdico de la música. Por tanto, el énfasis recae sobre el aspecto lúdico y no sobre la interpretación. Pese a ello, hay un componente de habilidad, de ejecución, en estos juegos, pues las características y la naturaleza del proceso de éstos vienen determinadas en gran medida por el carácter y la habilidad de los participantes, aunque se desarrollen según unas reglas determinadas.

Por lo general, los participantes en un juego tienen dos tipos de experiencias: la experiencia externa, constituida por el propio juego, y la experiencia interna, que viene determinada por lo que sienten y cómo se sienten a medida que se desarrolla el juego. Si sólo nos fijamos en el aspecto externo del juego como observadores externos, como profesores o profesoras, éste no nos resultará interesante, salvo que se incorpore un elemento estimulante como la participación.

Y si solamente nos fijamos en ese aspecto externo, puede que pasemos por alto buena parte de lo que ocurre en el juego.

Y es que el juego proporciona a los participantes beneficios, no sólo tangibles, sino absolutamente evidentes en algunos casos.

Así, entre otras cosas, el juego nos permite:

  • Romper con la rutina diaria. Cuando nos involucramos en un juego, la realidad cotidiana queda en un segundo plano. Dejamos a un lado nuestras preocupaciones por un rato. El mundo real sólo vuelve a inquietarnos cuando el juego llega a su fin.
  • Involucrarnos de forma absoluta en una actividad. Los juegos pueden fascinarnos y absorbernos por completo, hasta el punto de poder ser adjetivos. Pocas actividades nos exigen tanta implicación como los juegos.
  • Pensar, sentir y actuar a la vez. Son pocas las actividades cotidianas que nos exigen pensar, sentir y actuar de forma simultánea. La mayoría de los trabajos exigen más actividad mental que implicación emocional y física. Cuando paseamos, hacemos ejercicio, o nos ocupamos de los quehaceres domésticos, no suelen intervenir el intelecto ni las emociones. En cambio, en muchas ocasiones experimentamos emociones durante actividades pasivas, como al ver películas o retransmisiones deportivas, o al escuchar música. Sin embargo, el desarrollo satisfactorio de un juego nos exige poner en práctica de manera coordinada todas nuestras capacidades: intelecto, emociones y habilidades motrices. Precisamente por este motivo los juegos proporcionan mucha satisfacción.

La relación entre los juegos musicales y el aprendizaje musical

El empleo de la música y el sonido como base de estos juegos responde a unos motivos concretos, todos ellos encaminados a mejorar el conocimiento y la apreciación de la música. Entre ellos destacan los siguientes:

  • Jugar con la música y el sonido proporciona a los participantes la confianza necesaria para emplear los conceptos y el material musical básicos. Los juegos hacen que los participantes entren en contacto con ideas elementales, tales como las notas agudas y graves, los sonidos fuertes y débiles, y los tempos rápidos y lentos.
  • Los niños y niñas que participan en este tipo de juegos con regularidad se familiarizan y se sienten cómodos con los elementos musicales. Al mismo tiempo, exploran su propio potencial musical de forma espontánea y exenta de prejuicios.-
  • Los participantes en este tipo de juegos usan diferentes instrumentos y adquieren una experiencia real en la creación musical. Esta experiencia suele ser tan divertida que a menudo les sirve de estímulo para profundizar en el aprendizaje musical.

Jugar con la música también ayuda a los niños y niñas a superar los miedos relacionados con la creación musical. Permiten superar ideas como «no tengo talento porque no sé tocar un instrumento».

Al dirigir este tipo de juegos, es necesario recordar la importancia esencial de la aproximación informal a los juegos. Esta aproximación permite crear el clima de confianza y comodidad necesario para que los niños y niñas puedan ser ellos mismos y expresarse de forma abierta, plena y espontánea. Hasta que el grupo no alcance este clima de confianza, y hasta que no sea evidente que los niños y niñas disfrutan con la actividad, no habrá llegado el momento de proporcionarles un aprendizaje musical más estructurado. Cuando los niños y niñas hayan alcanzado un nivel de comodidad y expresión activa en este tipo de juegos, expresarán la necesidad o el deseo de ampliar su aprendizaje. Este será el momento de sugerirles alternativas o de orientarles hacia otras fuentes de conocimiento.

Motivos que explican el carácter social de los juegos

Aparte de la danza, la música es la más social de las artes. Estos juegos están diseñados para que sus participantes trabajen en grupos, lo cual permitirá potenciar el aprendizaje integral de los niños y niñas, la creatividad y el desarrollo de capacidades fundamentales como las siguientes:

  • Escucha atenta.
  • Elevada capacidad de concentración.
  • Expresión creativa personal en el grupo.
  • Comportamiento social respetuoso para con los demás.

Consejos para el profesor o profesora

Ser el profesor o profesora de un grupo consiste en algo más que en explicar la mecánica de los juegos. Debe actuar a la vez como organizador, observador, entrenador y árbitro.

Como organizador u organizadora, es responsable de proporcionar los instrumentos necesarios y el material, así como de organizar la sala y el espacio donde se desarrollará el juego. Si el grupo debe preparar la sala y buscar los instrumentos, el ánimo de los participantes puede disminuir.

Además, debe explicar con claridad las reglas y la mecánica dei juego, lo que exige una preparación previa por su parte. En el caso de que tenga que actuar como árbitro, debe procurar entender las reglas bien previamente. Debe saber cómo reaccionar en el caso de que alguien fuerce una regla, sin llegar a incumplirla. Cuanto más preparado esté para hacer frente a las situaciones que puedan surgir durante el juego, mejor se desarrollará éste.

También es importante mantener una actitud positiva. Como educador o educadora, debe confiar en que el juego tendrá efecto sobre el grupo y debe estar convencido del valor y el éxito potencial de la actividad. Los juegos no siempre se desarrollan de manera natural, y puede que en algunos casos sea necesario un impulso por su parte para que el juego continúe. Su entusiasmo ayudará a que el juego empiece con buen pie.

Una vez comenzado el juego, debe observarlo de forma atenta, pero discreta. Es preciso recordar que no siempre es posible prever lo que ocurrirá. La observación atenta le permitirá decidir si debe intervenir, bien para recordar las reglas a los participantes, bien para cuidar los instrumentos y el equipo, o por cualquier otra razón.

También debe pensar en el mejor modo de distribuir los grupos para cada juego. Para ello, deberá tener en cuenta si es bueno que los participantes formen siempre parte del mismo equipo, y otros aspectos como el equilibrio de los equipos en los concursos.

Sobre todo, debe recordar el comportamiento y las reacciones de los participantes durante el desarrollo del juego de forma que pueda hacer comentarios al final del mismo.

Como profesor o profesora del grupo su participación en el juego puede verse de dos maneras distintas. Su intervención en el juego le permite integrarse en el grupo y reforzar, así, su relación con los participantes. Sin embargo, puede que redunde en una pérdida de visión global del juego, y que limite su capacidad para comentar el mismo al final. Este es un problema menor cuando los grupos son pequeños, pues en estos casos es fácil mantener la perspectiva general del juego. Si el profesor o profesora decide unirse al juego, es preferible que lo haga cuando el grupo sea pequeño.

Elección de los juegos

Un aspecto fundamental del papel de profesor o profesora es elegir correctamente el juego, según las características del grupo. Así, debe tener en cuenta la edad, las habilidades, la capacidad de concentración, los niveles de atención, y el espacio y los recursos de los que dispone.

En primer lugar, debe definir qué habilidades pretende que el grupo desarrolle -personales, sociales o creativas- y seleccionar el juego entre los tres grupos fundamentales. A continuación, debe analizar el juego y las exigencias mentales para el grupo. Muchos juegos se plantean de dos maneras: abiertos y cerrados. Los juegos cerrados son rígidos, invariables, y no permiten alterar las reglas. Este tipo de juegos son adecuados para niños y niñas de corta edad, pues funcionan mejor dentro de un marco más estructurado. Los juegos abiertos son más flexibles y presentan menos reglas. Son juegos que permiten más aportaciones individuales y, por ello, pueden resultar complejos para niños y niñas de menor edad.

En general, es mejor seguir el siguiente principio: cuanto más avanzado sea el grupo, más abierta debe ser la elección del juego; cuanto menos avanzado sea el grupo, más estructurada debe ser la relación del maestro o maestra con sus miembros, y más estructurada debe ser la presentación y la elección de los juegos.

Por último, es necesario saber si se dispone del material o requisitos necesarios. Si se quiere provocar el menor ruido posible, debe optarse por los juegos para los que no se necesitan instrumentos. Por otro lado, el equipo básico para este tipo de juegos requiere los siguientes objetos, equipos e instrumentos: un reproductor de compactos o cintas, vendas e instrumentos pequeños y fáciles de llevar como los bongos, panderos, panderetas, platillos, cascabeles, flautas, xilófonos, flautines, guitarras y otros similares.

Si no dispone de instrumentos, puede fabricarlos con materiales baratos. Trabajar con instrumentos reales es estimulante, pero no es absolutamente necesario.

Por último, estos son algunos de los aspectos que deben tenerse en cuenta a la hora de elegir los juegos:

  • Nivel de dificultad. Debe recordarse que algunos juegos no son adecuados para todas las edades. Debe tenerse en cuenta si el juego es adecuado para el grupo, pues puede que la complejidad genere más frustración que diversión. De este modo, si se elige un juego que exige un alto grado de concentración por parte de un grupo de niños y niñas revoltosos, todos se sentirán frustrados, al menos de entrada. Este tipo de grupos requieren juegos de mayor actividad.

  • Entorno. Algunos juegos deben desarrollarse en un lugar tranquilo. SI no se dispone de él, deben evitarse los juegos de confianza y concentración.
  • Duración afe/ juego. Para cada juego se sugiere una duración aproximada. En general, debe recordarse que siempre es mejor un juego demasiado corto que un juego demasiado largo.
  • Uso adecuado de los instrumentos. Si se usan instrumentos musicales es necesario demostrar cómo se tocan. Debe insistirse en la importancia de cuidar los instrumentos. Debe recordarse al grupo lo caros que son los instrumentos, o explicar el esfuerzo que ha costado fabricarlos. Los instrumentos deben entregarse después de esta explicación.
  • Disciplina. Durante el juego debe animarse a todos los jugadores a expresarse con libertad a través de la música. No obstante, si el juego muestra conatos de descontrol debe interrumpirse con firmeza. Un profesor o profesora incapaz de mantener el control pierde el respeto y el interés de los participantes.
  • Competición. Ésta puede ser un factor estimulante, especialmente en el caso de los niños y niñas, que a falta del elemento participativo, necesitan otro tipo de motivaciones. Los juegos deben plantearse de manera que todos los participantes tengan la oportunidad de ganar, con independencia de sus habilidades musicales o de cualquier otro tipo de talento o habilidad. Por ejemplo, no es necesario basar la puntuación de un juego de mesa o de una prueba en el conocimiento musical, sino que pueden recompensarse otras cualidades, como el humor, la imaginación, la cooperación, u otras similares. Aunque el concurso puede fomentar el ingenio, la imaginación y la originalidad del grupo, no debe enjuiciarse en ningún momento el talento musical.

Ger Storms – 101 juegos musicales

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